La división del magnificat es un tema de discusión académica bastante común en diversos sectores del catolicismo. Esto es algo natural cuando se toma en consideración que se trata de uno de los principales himnos de alabanza, así como también una de las oraciones más conocidas. Esto se puede comprobar en https://creemos.net/la-magnifica/oraciones-milagrosas/.
La división del magnificat es además necesaria debido a la riqueza del himno de alabanza en sí. Podría decirse que al leerlo es inevitable sentir un deseo instintivo de analizar su estructura, con el objetivo de poder entenderlo de la mejor manera posible.
Cabe mencionar que, a la hora de establecer la división del magnificat, es común que de tome en consideración, en la mayoría de casos, el uso de dos partes, de acuerdo a la forma en que centran su atención en Nuestro Señor.
La división del magnificat
La división del magnificat tiende a ser un problema para múltiples exegetas, dado que el magnificat esconde una complejidad mucho mayor de la que cabría esperarse ante la aparente simpleza que se puede dilucidar al leerlo de forma superficial.
La complejidad del magnificat, que roza lo inasible, se debe en gran parte a su forma, la cual llega a ser un poco tosca en ocasiones. Por otra parte, también se debe al hecho de que, a diferencia de otras oraciones, no cuenta con unas reglas de métrica que permitan una rápida división del magnificat.
En conjunto
Cuando se analiza el magnificat en conjunto, se puede observar su similitud con otros salmos de alabanza pertenecientes al antiguo testamento. En este sentido, el Salmo 135 podría decirse que, en significado y expresión, es el que guarda mayor similitud con el magnificat.
Ahora bien, esto no quiere decir que la comida complejidad del magnificat se pueda resumir a un simple salmo de alabanza. Puesto que algo que lo caracteriza es también siento misterio que rodea a su composición, dado que no está claro que se trate de un himno de alabanza que surge en sí por una concepción o nacimiento extraordinario. De ahí que algunos estudiosos lo comparen con el Cántico de Ana.
Esta comparación surge a raíz de que en ambos se exaltan los cambios que realiza Dios en la vida humana, pero sin hacer referencia a la maternidad. Algo que, dado el contexto de la situación, resulta un tanto inesperado. Por lo tanto, se mantiene como un himno de alabanza genérico que no resulta difícil de aplicar en otros tipos de situaciones.