Hablar de ácaros en la piel no es igual a hablar de ácaros en la cama, en la ropa o en cualquier otra ubicación. De hecho es un tema que da para mucho hablar, ya que los últimos estudios científicos han logrado determinar que los ácaros están mucho más cerca de nosotros de lo que solía pensarse.
Y es que antaño se creía que la mera presencia de un ácaro bastaba para contagiarse de alguna de las enfermedades de las cuales son causantes, como la enfermedad de Lyme o la sarna. Pero si bien es cierto que los ácaros pueden causarlas, no implica que siempre lo hagan.
La verdad de los ácaros en la piel
Lo que sucede es que los ácaros en la piel no son netamente malos. Específicamente, se distingue entre los ácaros benignos y los ácaros malignos. ¿Pero de dónde sale esta conclusión? Simple. Los últimos estudios han determinado que estamos en un constante contacto con ácaros.
Esta realidad es tan tangible que aunque no lo creas, en este momento ha de haber ácaros recorriendo tu rostro. Aunque claro, se trata de animales microscópicos, así que no resulta precisamente fácil ubicarlos.
Las enfermedades
Llegados a este punto, queda evidenciado un problema. ¿Y es qué por qué no todos los ácaros son benignos o malignos? Pues bien, con respecto a este tema las investigaciones han logrado determinar que en circunstancias normales los ácaros son simplemente inofensivos, pero cuando existe algún factor capaz de alterar su naturaleza, se generan las enfermedades.
El detalle está en que este tema todavía se encuentra a un nivel muy primitivo, por lo cual las ciencias de la salud necesitan recopilar muchos más datos y realizar muchos más estudios para poder comprender qué factores son los capaces de alterar la actuación normal de los ácaros en la piel.
Millones de ácaros
Quizá el mayor obstáculo con respecto a este tema es que existen millones de ácaros en todo el mundo. De hecho, existe incluso una buena posibilidad de que aún existan especies que desconocemos.
Esto hace mucho más difícil estudiar esta especie de insectos que en ocasiones llegan a ser parásitos. Sobre todo si tomamos en cuanta la peculiaridad de su tamaño, la cual puede ser considerada como un obstáculo más.